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15 de septiembre de 2010

El camino de Calef

Cuando el sol de la mañana despertó a Calef, este se levantó con la mayor energía del mundo porque era un día muy especial. Era el día en el que, como bien manda la tradición, todo joven debe de cruzar el bosque él solo y llegar hasta el castillo del reino en donde el rey le dará su recompensa en función del trayecto que haya hecho. 

Calef se despidió de sus padres, quienes se alegraban de verle partir tan feliz y con tanto entusiasmo, pero a la vez tenían miedo por su hijo ya que el bosque escondía secretos terriblemente peligrosos. Por fin, el joven dio el primer paso y emprendió el desconocido camino al castillo. Calef pensaba en la multitud de cosas que iba a vivir en ese viaje y en la cantidad de jóvenes que iba a conocer. Sin embargo, el joven no era consciente de la multitud de obstáculos que se iba a encontrar a lo largo del camino y la cantidad de elecciones que debería tomar.

No era ni media mañana cuando Calef se topó con un joven de su misma edad; ambos congeniaron bien y decidieron seguir el camino juntos, pero nuestro joven protagonista no era consciente de las verdaderas intenciones de su acompañante, quien le llevo por un camino que no era el correcto. Calef, por fin, se dio cuenta de que no quería seguir por aquel camino y quiso volver atrás. El ambicioso joven que le había engañado, se opuso a la decisión de Calef y le obligo a continuar, pero el muchacho decidió atravesar todo un zarzal para salir de ese camino. Por fin, pudo descansar en un nuevo camino desconocido y solitario. El crepúsculo dibujaba las sombras de los árboles y Calef tenía frio, dolor por los numerosos cortes que le habían provocado las zarzas y tristeza por haberse sentido engañado por aquel joven senderista en el que había confiado. El joven Calef, descansó parado y quieto en el camino desconocido y solitario por el que no había cruzado nadie y, tras asomar el sol el tercer día, vio que sus heridas cicatrizaban y decidió levantarse y emprender otra vez el rumbo al castillo.
 
En el nuevo camino se topó con nuevos desconocidos de los que no se fiaba, su filosofía era la de elegir él el camino que quisiera y si el resto quería seguirle, era decisión suya. Y así fue: pasaron los días y Calef seguía caminando, veía como algunos de los que le seguían cambiaban de ruta porque conocían a otro senderista; el joven avisaba a sus ingenuos compañeros que no se dejaran influenciar por otros y que tomaran las riendas de su ruta. Calef, silencioso y sereno, se mantenía al margen de las decisiones de los demás y seguía por el camino que creía correspondiente.

Cierto día, mientras continuaba la ruta que creía hacia el castillo del reino con un grupo de senderistas con los que había simpatizado, Calef tropezó con una piedra. Sus compañeros le dijeron “Pero Calef ¿Cómo es posible que hayas conseguido traspasar un zarzal y no hayas sido capaz de ver la piedra?” A lo que Calef respondió “Es que jamás he visto una piedra así en mi camino”. El resto de los compañeros se quedaron asombrados porque ese tipo de piedras las habían visto al principio de sus caminos; sin embargo, Calef no. Un par de compañeros ayudaron al joven a levantarse y le explicaron que hay miles de piedras como estas en el camino, enseñándole la manera de poder esquivarlas. Calef prosiguió su ruta consciente de lo ocurrido y se dio cuenta de que no sería la única piedra con la que tropezaría y, por tanto, tampoco descartaba la posibilidad de tener que toparse con un nuevo zarzal.

Pasaron los días y las semanas, muchos de los jóvenes con los que se había topado nuestro joven, eligieron otra ruta, otros, sin embargo, se mantuvieron en una paralela y unos pocos, en la misma. Millares de rocas y algún que otro zarzal se cruzó en el camino de Calef, pero la experiencia y las cicatrices que tenía en su cuerpo, así como la compañía que poseía en su camino, hicieron que, al llegar el primer solsticio, Calef llegara al castillo del reino. 

Por fin, el joven Calef, obtuvo la mayor recompensa que podía desear gracias a que realizó su camino con éxito. 

La vida es un camino lleno de obstáculos; puede que te topes primero con las piedras y después con las zarzas, o bien, primero con las zarzas y luego con las piedras; pero tarde o temprano te toparas con esos obstáculos. No busques explicación a por qué has sido capaz de atravesar un zarzal y no has sido capaz de ver una piedra. Las cosas pasan y de todo se aprende. Y ten algo siempre presente: habrá millares de piedras y unos cuantos zarzales, pero si la motivación a llegar al castillo te corroe por dentro, las heridas cicatrizaran y la madurez y la experiencia te ayudaran a caminar. Los senderistas con los que te topes, te enseñaran algo nuevo; y los senderistas que te acompañan, te ayudaran a aprender, de la misma forma que tú ilustraras a ellos. Porque así es la vida: la elección de un camino en un bosque lleno de obstáculos que acaba en un castillo.

3 comentarios:

  1. Es una maravillosa leyenda, una magnífica forma de vivir y enfrentarse al dia a dia. Porque la actitud mas valiente de Calef es caminar siempre hacia delante, dirigiendo su propio destino, no perdiendo la visión nítida de sus metas y aceptando la compañía de aquel que quiera compartir su camino junto a él. ¡Bienvenido a la VIDA!.
    TQ!

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