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4 de noviembre de 2013

Nosotros

Somos nosotros los que tenemos que tener paciencia con nuestros sueños.
Somos nosotros los que creemos que lo imposible es posible.
Somos nosotros los que tenemos la motivación de cumplir y lograr lo que nos proponemos.
Somos nosotros los que hemos cambiado el rol con nuestros padres.
Somos nosotros los que tenemos que llevar una mochila de responsabilidades que hace 20 años no tenía que llevar alguien de nuestra edad.
Somos nosotros los que estamos pagando los errores de los que nos preceden.
Somos nosotros la sensatez y la cabeza que hay ahora mismo en este país.
Somos nosotros los que sabemos vivir dentro de nuestras posibilidades y no por encima de ellas.
Somos nosotros los que lloramos de la alegría cuando nos dicen que vamos a tener un sueldo mileurista.
Somos nosotros a los que dicen que el sueldo del becario es el aprendizaje.
Somos nosotros los que con 5 euros podemos salir toda una noche hasta las 8 de la mañana y disfrutarla como nadie.
Somos nosotros los que sabemos aparcar a un lado las estúpidas diferencias personales.
Somos nosotros los que mantenemos la sonrisa de oreja a oreja.
Somos nosotros los que abrazamos a los que lloran.
Somos nosotros la inteligencia, la fuerza, la constancia y la lucha.
Somos nosotros los que callamos y actuamos en vez de hablar y sentarnos.
Somos nosotros quienes estamos siendo olvidados, aparcados y recortados.
Somos nosotros quienes tenemos más que asumido que quejarse no vale nada.

Somos una generación de valientes que vive en un mundo de cobardes.


Somos jóvenes. Y nosotros somos el futuro.

6 de julio de 2013

La inmortalidad del artista


Cuan avaricioso es el espectador. Se sienta en una butaca y espera expectante a ese momento que acojona tanto al artista; ese momento que ha sido el inicio de muchos chistes; ese momento que protagoniza un telón. Un telón que se abre y despierta la avaricia del espectador. Porque el espectador es caprichoso. Si le gusta algo, quiere más de ese algo. Y ahí es donde está, si se me permite la redundancia, el arte del artista: el satisfacer al espectador hasta tal punto que este no desee ni más, ni menos; llegar hasta tal punto de que el espectador se quede satisfecho... ¡¡Y qué placer y sensación tan inmensa es la de ver a un espectador satisfecho con tu trabajo como artista!! 

Y es aquí, amigos, el momento en el que el artista se vuelve adicto a complacer al espectador... porque no hay mayor sensación de placer que ese aplauso de un espectador satisfecho. Pero, ojo, no sólo el artista es adicto al espectador, sino que el espectador es adicto al artista. Porque un espectador satisfecho busca al artista que le ha complacido y un artista que ha complacido a un espectador no duda en volver a intentar complacerlo. Porque es, para ambos, un reto. 


Y volvemos a empezar otra vez desde el principio, en este círculo vicioso entre artista-espectador. Pero este círculo no es infinito. Este círculo cambia. Porque tanto artista como espectador, evolucionan. Y esa evolución hace que el artista cambie de espectadores y que el espectador cambie de artistas: hay un momento en el que el artista abandona al espectador o el espectador abandona a ese artista por ese cambio, por esa evolución. 


Cuan avaricioso es el espectador, empecé diciendo. Su capricho es, precisamente, lo que le diferencia del artista. Porque nosotros, los artistas, no podemos permitirnos el lujo de ser así de caprichosos: lo que hacemos va por y para ellos y si no les gusta, tenemos que cambiar lo que hacemos para satisfacerle. Pero el espectador no. El espectador se sienta, mira y espera que le complazcan. Porque esa es su función: ser complacido.


Tu espectador no está, se ha ido; has hecho arte para complacerle y no estaba ahí para ser complacido. Si el espectador es caprichoso, el artista es orgulloso. Y es, por esto mismo, por lo que tú, como artista, debes bajar el telón con orgullo ante ese patio de butacas vacío, perder tu mirada en el horizonte y decir: la función ha terminado. 


Pero no debes de asustarte porque para la próxima vez que abras ese telón, tendrás a un nuevo espectador al que complacer, un nuevo espectador al que embaucar y sorprender. Un nuevo espectador que volverá a abandonarte o al que abandonarás tu. 


Vaya relación la de artista-espectador, diréis. Pues sí, es una mierda cuando el artista se queda solo en el escenario ante un patio de butacas vacío. Así que te digo a ti, artista, que cierres el telón y que comience la siguiente función porque tienes a otro espectador ansioso por ser complacido.


No hagáis arte para espectadores que no están porque no son otra cosa que fantasmas. Fantasmas que sólo recuerda el artista. Alimentaros del recuerdo para satisfacer con vuestro arte a otros. Pero no hagáis arte para ese espectador fantasma.


Nosotros somos los inmortales, no ellos.

15 de enero de 2013

Something Good

Sé que esto me va a llevar algo de tiempo, que tengo que enfrentarme a eso que se me ha pasado por la cabeza... Esto podría acabar de la forma en que debería... Y voy a decir lo que necesito decirte y espero que no te asuste: no quiero que me mal interpretes, pero...

Estoy empezando a creer que esto podría ser el principio de algo bueno.

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I know that it's gonna take sometime, I've got to admit that the thought has crossed my mind...
This might end up like it should... And I'm gonna say what I need to say and hope to God that it don't scare you away: Don't wanna be misunderstood, but...


I'm startting to believe that this could be the start of something good.




3 de noviembre de 2012

And I will walk on water...

How long have I been in this storm? Water's getting harder to tread with these waves crashing over my head...

I know you didn't bring me out here to drown... But I can't stop wondering: Why am I ten feet under and upside down? Barely surviving has become my purpose cause I'm so used to living underneath the surface.

But... If I could just see you, everything will be alright...

And I will walk on water...

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¿Cuánto tiempo he estado en esta tormenta? Cada vez es más difícil mantenerse a flote con estas olas chocando contra mi cabeza...

Sé que no me trajiste aquí para ahogarme... pero no puedo parar de preguntarme: ¿por qué estoy a tres metros bajo el agua? Sobrevivir se ha convertido apenas en mi proposito porque estoy acostumbrado a vivir bajo la superficie.

Pero... Si solo pudiera verte, todo estaría bien...

Y caminaré sobre el agua...

27 de septiembre de 2012

¿Quién está "Al Otro Lado"?

Parecía imposible. Hace un año empezamos con la preproducción de mi tercer cortometraje, "Al otro lado"; un proyecto que, sin duda, se ha ido caracterizando por la cantidad de imprevistos a los que nos hemos tenido que enfrentar a lo largo de este año.

Sin embargo, por fin, me alegra decir que el proyecto está viendo la luz al final del túnel. Por fin, me atrevo a decir que "Al otro lado" se estrenará a finales de este año.

Gracias, de nuevo, a todo mi equipo. Sin vosotros, este proyecto sería un guión empolvado en un cajón.
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Laura (Patricia García-Rayo) responde llamadas del teléfono de la esperanza, ayudando a los que se encuentran al otro lado del teléfono; sin embargo, cuando llama Javier (Gabriel Cuesta), lo que empieza siendo una rutinaria llamada de ayuda, se convertirá en una verdadera pesadilla para Laura.

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Aquí tenéis el teaser. Disfrutarlo.




16 de septiembre de 2012

Infinito


Son las 3.17 de la madrugada. El olor a mar invade mis pulmones gracias a la suave brisa que corre esta noche. Lo único que me acompaña es la tenue luz de la Luna que descubre toda la cala cuyo silencio lo rompen los motores de los pocos coches que circulan a esta hora por la carretera. Sobre mi se cierne un manto estrellado; jamás lo había visto tan vivo y, a la vez, tan calmado. Alzo la vista al firmamento y dejo que mi mente despegue en su dirección, intentando desconectar de todo lo que hay en tierra. Durante unos instantes, lo consigo. Paz, siento paz. Pero sólo durante unos instantes. Vuelvo a la realidad de nuevo por culpa de un grillo. Vuelvo a indagar en mi cabeza y a repasar la pregunta que me lleva persiguiendo desde hace años: ¿voy en la dirección correcta?

Un escalofrió me recorre la espalda. Es el miedo, que vuelve a aparecer como un atracador lo hace en un callejón sin salida. Intento relajarme. Inhalo una nueva bocanada de aire marino. Parece que me relaja. No es suficiente. El miedo sigue ahí, no se va. Creo que no hay nada peor que enfrentarse a los demonios de uno mismo; bueno, sí: enfrentarse a todos los demonios de uno mismo a la vez. Vuelvo a alzar la vista al cielo. Me concentro en las estrellas. Diminutos puntos que, en el fondo, representan a infinitas galaxias. Exacto. Lo infinito. Todo es infinito. Desde el miedo, hasta la alegría. Todo se recicla y vuelve.  Me siento insignificante ante tal cantidad de estrellas, ante tan cantidad de astros desconocidos. Me siento insignificante delante de lo infinito.


Y es, entonces, cuando sin pensarlo, sin calcularlo, decido dirigirme al firmamento entero y de mis labios emergen unas tímidas y respetuosas palabras: “Si voy en la dirección correcta, mandarme una señal”. Una estrella fugaz pasa por delante de mis ojos. Mi corazón late aún más fuerte, el miedo desaparece. Bajo la mirada, esta vez la dirijo al horizonte. No es una estrella para pedir un deseo; es una estrella para decirte que el deseo te ha sido concedido. Vuelvo a mirar al cielo. Una sonrisa y un “gracias” es lo que respondo.


11 de febrero de 2012

El fuego tenía razón...

El reflejo del avivado y pequeño calor del fuego se refleja en mis ojos. La única fuente de luz que tengo es la tenue llama de la vela. No puedo dejar de mirarla. Me hipnotiza con su danza invisible y a la vez rítmica. Me fascina como el fuego se siente tan vivo, la fuerza que tiene, el calor que desprende... ¿Cómo algo tan pequeño se puede convertir en algo tan grande y poderoso? Admiro al fuego. Creo en él. Y quiero seguir su ejemplo. Pero no paro de preguntarme si alguna vez el fuego duda de sí mismo, de si alguna vez no ha creído en el potencial que tiene. 

La suave llama acaba de lanzar una chispa. Creo que sabe lo que estoy pensando... Decido hacerle una rápida caricia para no quemarme (soy consciente de su fuerza); una caricia lo suficientemente significativa como para que me entienda. Tengo un nudo en la garanta. ¿Miedo? ¿Angustia? Puede ser. Se me hace un nudo en el estomago cada vez que lo pienso en frío, cada vez que mi parte emocional y racional se solapan, cada vez que intento maquinar un plan de futuro... Cada vez que me doy cuenta de que estoy dudando de mi mismo. 

No. No me lo quiero creer. Lo he tenido siempre muy claro todo. Mi cabeza funciona así; me quema por dentro el salirme del plan. El fuego vuelve a soltar otra chispa y, de repente, oigo un susurro cuyas palabras retumban más fuerte que un grito en mi interior: "¿Plan? ¿Qué plan?" El fuego sigue danzando sólo como él sabe hacerlo. "No hay plan", me dice. Inconscientemente aparto la mirada de él. "No puedes tener un plan de tu vida... No hay nada escrito. No hay nada planeado". 

Vuelvo a mirar a la llama con deseos de apagarla. "Te estoy diciendo lo que no quieres oir. No planees. Sólo cree en ti mismo y actua. Nuestros actos nos definen. Nuestras creencias definen nuestros actos. Nuestra fe alimenta a nuestras creencias. Y nuestros sueños son los padres de nuestra fe." 


"¿Qué es lo que quieres? ¿Lo sabes?" Vuelvo a mirar a la llama con angustia "No lo sé", respondo. "¿Por qué dudas?" "No lo sé", le vuelvo a responder. "¿Por qué no lo sabes?". Me quedo inmerso en mis pensamientos durante unos segundos. No sé responder. "¿Quién eres?" me pregunta. "Alguien con sueños". Le respondo. "Entonces alimentate de ellos, deja que tu parte racional se impregne de ellos. La fuerza se encuentra en un equilibrio perfecto entre lo racional y lo emocional. Si tienes dudas es porque una de las dos tiene más poder que otra." 

La cera derretida comienza a caer por los bordes de la vela, creando un río ardiente. "Deja de pensar. Deja de dudar. Deja de cuestionarte. Y actúa. Porque hay una cosa cierta y es que el tiempo no se va a parar para que te vuelvas a encontrar. El tiempo es libre. Corre y no espera a nadie. Es un tren que está continuamente en movimiento. Un tren en el que siempre vas a estar subido aunque creas lo contrario".

En ese momento, noto como algo me quema la mano: es el río de cera. "¿Ves?" Aparto la mano y dejo que la cera siga su curso. "Rescata tu esencia, vive el momento y olvídate del resto. Y entonces sentirás tu existencia" La llama comienza a perder fuerza porque ha llegado al final de la vela. "Yo sólo soy una tenue luz que puedo guiar a los que se pierden en el camino, a los que dudan de sí mismos. Soy puro equilibrio. Y, ¿sabes que tiene el equilibrio? Que es perfecto". 

La llama se apaga. La oscuridad envuelve todo. Cierro los ojos. Respiro hondo y los abro. Por fin lo veo. Allí, al fondo. Es una luz que envuelve el marco de una puerta. Me dirijo a ella y la abro. Una inmensa luz inunda todo. 

El fuego tenía razón: el equilibrio es perfecto.